viernes, 3 de octubre de 2014

Nuestros abuelos (poema)

Nuestros Abuelos
Por Inin Niwe

A mi abuelo Francisco Agustín
y a la comunidad nativa de Santa Clara.


Sobre esta tierra roja
nuestros abuelos respiraron
la fuerza del aliento
que levanta el vuelo del águila
y da vida a los jaguares.

Se despertaban de madrugada
y en silencio caminaban
por los caminos alejados
para traer la pesca diaria
o cultivar con esmero la chacra.

Sus pensamientos infinitos
aún viven escondidos
en la corteza de los árboles
y en el sabor amargo
de la liana inagotable.

Se retiraban a las quebradas
y conversaban con el bosque;
bañándose con plantas perfumadas
y sometiéndose a rústicas abstinencias
llegaban a ser insuperables.

Sabían nombrar cada planta
y con la ternura del canto
convocaban a sus Dueños;
y los espíritus derramaban palabras
que curaban las tristezas.

Se hundían sin mojarse
en los lagos y los ríos
y en el fondo de las aguas,
navegando sobre una boa,
sus conocimientos se acrecentaban.

El picaflor les donó su vuelo
suspendido en el centro del cielo,
y hasta el sol se elevaban
para obtener la corona
de los Inkas inmortales.

¿En qué pueblo viven ahora
desde que se marcharon?
Nuestra mirada no los alcanza.
¿Se acuerdan de nosotros
y lloran por nuestra pobreza?

En sueños podemos verlos
con ropas bien diseñadas,
cuidando a sus garzas
y viajando en canoas
por territorios desconocidos.

Escuchamos su palabra antigua
como las montañas y las piedras
naciendo otra vez nueva
con el consejo necesario
para guiarnos en buena senda.

Ellos desconocen la envidia,
no discuten ni pelean;
unidos en un solo pensamiento
en el corazón de Dios

son hermanos de las estrellas.

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