Ensayo sobre los Chayconibo,
Dueños espirituales de la medicina
shipiba/
Essay about
the Chayconibo,
spiritual
owners of the shipibo medicine
by
Inin Niwe
&
Chonon Bensho
The English
version
follow the
Spanish text
Los
chayconibo:
Dueños de la
medicina
En los lugares
impenetrables del bosque, alejados de los motores del progreso, viven los
espíritus Chayconibo. Ellos son los
legítimos Dueños (ibo) del mundo de
la medicina visionaria (rao nete) del
pueblo shipibo. Viven en una suerte de selva invisible, en una selva sutil
escondida detrás de la selva densa y evidente. No podemos verlos con los ojos
de nuestro cuerpo, aunque algunas historias cuentan que en la antigüedad,
cuando los shipibos vivíamos diferente, más cercanos a la tierra y las plantas,
y los mestizos no habían destruido la vida tranquila de nuestro bosques,
algunas personas especiales, que dietaban ciertas plantas perfumadas y
medicinales, lograban verlos y conversar con ellos estando despiertos. Pero hoy
solo podemos conocerlos con los ojos del espíritu, en sueños y visiones.
No cualquiera
puede verlos. Para hacerlo, hay que vivir de manera correcta. Los Chayconibo desconocen el pecado. Quienes
viven mal, teniendo relaciones sexuales con cualquiera, hablando mal de los
demás, pensando solo en como sacar provecho para sí mismo de manera egoísta,
son vistos por los Chayconibo como
personas desagradables e inmundas. Nunca los dejarían acercarse a su mundo, ni
profanarlo con su perversión. Estos espíritus medicinales no conocen el dinero,
la maldad, los celos, ni las discusiones. El hombre y la mujer no pelean, ni
los suegros con los yernos, ni los padres con los hijos. Todos se tratan con
respeto y calma. Siempre se acuerdan de visitar a sus parientes. Y son muy
generosos. No saben guardar algo solo para ellos o acumular, sino que todo lo
comparten, sabiendo que Dios (Nete Ibo) les dará su alimento. Viven entre
sí de manera perfecta. Así también vivíamos los humanos antiguamente, cuando el
cielo estaba más cerca de la tierra y podíamos conversar con el sol y la luna,
con las plantas y los espíritus. Pero perdimos esa dicha por nuestra
desobediencia y ahora andamos perdidos, sin rumbo, como quien camina por el
bosque sin poder orientarse y no encuentra la trocha para regresar a casa.
Los Chayconibo son aquellos que nunca
desobedecieron la voluntad del Gran Espíritu y por eso siguen viviendo la vida
correcta que el Inka bueno (Jakon Inka) nos enseñó al principio. De
los Inkas ya hablaré más adelante,
pero por el momento es importante saber que los Inka son hijos del padre Sol (Papa
Bari), y fueron enviados por Dios para enseñar a los antiguos shipibos como
vivir de forma legítima. El Inka es
como el jefe de los Chayconibo, y
sería nuestro jefe si no lo hubiéramos desobedecido y tratado como a
cualquiera, para vivir según nuestro propio pensamiento y capricho. Los Chaykonibo viven acoplados a la ley de
la tierra y de sol, que es la ley luminosa de la palabra de Dios. Y Dios enseña
lo mismo a los Chayconibo que enseña
a los cristianos: que hay que amarlo por sobre todas las cosas, y amar al
prójimo como a uno mismo, sin odios ni deseos de venganza. La única diferencia
es que los Chayconibo, además de eso,
son expertos conocedores de las plantas medicinales del bosque. Por eso
nosotros no entendemos cuando los cristianos critican a las plantas y a
nuestras costumbres medicinales. ¿Acaso no hay un solo Dios que ama a los
hombres y mujeres de buena voluntad de todas las naciones? ¿Y no quiere Dios
que usemos de las buenas plantas que Él nos dio para aliviar el sufrimiento
humano? La fuerza de las plantas medicinales que nosotros utilizamos desde
antiguos, ¿no viene del Espíritu?
Los Chayconibo viven en la simpleza de
nuestros antepasados. Y por eso de nada carecen, sino que Dios les da todo en
abundancia. Son expertos en todas las cosas de la selva, cazando, pescando y
cosechando. Ellos cuidan de algunas aves del monte, como la garza, como si
fuesen sus gallinas. Y también hay quienes dicen que los jaguares y pumas son
sus mascotas, y defienden su mundo para que no entre ningún intruso. Estos
espíritus buenos viven en sitios alejados cerca a quebradas o lagunas de agua
cristalina. Tienen abundante sachapapa y dale-dale, frutos que nosotros los
indígenas amazónicos consideramos un manjar. Y no les faltan los pescados
finos, como el paiche y la doncella. Nunca los vemos comiendo esos pescaditos
que ahora nosotros tenemos que comer, porque cada vez hay menos peces en los
lagos y los ríos de nuestra selva. Y
nos sorprende mucho cuando los vemos remando en sus canoas: lo hacen con tanta
técnica y agilidad, que avanzan más rápido que un deslizador con motor fuera de
borda. Es así como por los ríos y lagunas pueden viajar en pocos minutos grandes
distancias. ¿Qué es el tiempo y el espacio para los espíritus? Nosotros no
sabemos si los Chayconibo mueren o
son inmortales, pero nunca los hemos visto enfermos o velando a uno de ellos.
Ellos no tienen arrugas en la piel; aunque a algunos los vemos como ancianos y
a otros como jóvenes, en cierto sentido no parecen sentir el paso del tiempo.
Son como seres atemporales.
Los Chayconibo son nuestros parientes. Ellos
también son shipibos, pero no sabemos hace cuánto que no cambian su modo de
vida. Hablan en shipibo, por lo que podemos entenderlos; pero su manera de
hablar es un poco distinta. No hacen como nosotros, que hablamos mezclado con
castellano. Y sus palabras las pronuncian con ligeras diferencias. Tampoco
comen sentados en mesas, sino que lo hacen en el suelo. Todas sus ollas, platos
y vasijas son de barro. No utilizan cubiertos para comer. No conocen lo que es
el tenedor. Sino que con sus mismas manos comen. Tampoco usan zapatos, sino que
andan descalzos, ni tienen ropa interior. Los hombres se visten con sus cushmas (tari) y todas las mujeres se visten con falda (chitonti) y blusa (coton)
tradicionales, incluso las más pequeñas; no son como las muchachas jóvenes de
nuestras comunidades, que dicen que la blusa tradicional les da mucho calor y
no se acostumbran, y les encanta vestirse como mestizas y usar maquillaje.
Nosotros vivimos muy presionados por el mundo
moderno y el crecimiento de la sociedad mestiza. Tenemos muchas mezclas, que
han cambiado nuestro modo de pensar y de sentir. Vivimos ya mezclados en una
misma sangre los psiquibos, con los shibipos, los conibos, los shetebos, los
cacataibos, los remo, los iskonahua, los lamistas, los cocamas y los mestizos
propiamente, y hasta con los serranos y algunos blancos (wiracochas y kirinkos).
Seguimos siendo shipibos, con nuestra lengua y los diseños kene, pero ya somos diferentes también, y nunca volveremos a ser
como los de antes. No digo que esté mal ser así, solo que vivimos de una manera
distinta. Y los Chayconibo, cuando
vienen a vernos (pues siempre nos visitan y se acuerdan de nosotros, aunque no
se mezclan con cualquiera) se sorprenden de cómo hemos cambiado y no nos
entienden bien. Pero para nosotros es muy importante conectarnos con ellos,
para no olvidarnos de nuestras raíces. Y porque ellos, en sueños y visiones,
nos dan buenos consejos para vivir con rectitud y nos enseñan su medicina; nos
transmiten su fuerza, que es la fuerza ancestral que nuestros antiguos
conocían. Gracias a los Chayconibo
nuestros abuelos eran personas de mucha sabiduría (ani shinanya) y pensamientos poderosos (koshi shina).
No todos los que se dicen médicos o maestros (onaya) pueden llegar a trabajar con los Chayconibo y aprender con ellos. Para
hacerlo, primero, hay que iniciarse en la medicina de la manera antigua, dietando como hacían nuestros ancestros:
sin sal, sin azúcar, sin aceite, sin jabón, sin sexo. No se trata de dietar unos cuántos meses, porque la
medicina se demora en abrirse; hay que dietar
años, soportando los sufrimientos, con paciencia, hasta que llegamos a verlos y
aprender con ellos. Entonces, cuando la persona ya va avanzando en su
aprendizaje y tiene un alto grado de iniciación, empieza a ver a los Chayconibo en sueños y en visiones. Y
puede ver que ellos tienen sus casas en los árboles, y allí se va para aprender
con ellos de las plantas medicinales y de los mundos espirituales de la selva.
Ya cuando una persona avanza un poco más en la dieta y los Chayconibo
ven que es buena gente, con pensamientos rectos, y que quiere aprender por las
buenas razones, y ya se ha purificado y arreglado su vida, entonces un Chayconi le entrega a su hija por
esposa. Entonces, ese Chayconi se
convierte en su suegro y maestro, le trasmite su fuerza y su conocimiento; la
esposa Chayconi asiste al médico
humano en sus sesiones, para poder curar a los pacientes. Entonces, así como el
médico es parte de una comunidad humana, también es parte de la comunidad de
los Chayconibo. El médico vive entre
ambos mundos, y en los dos tiene responsabilidades. Pero también de ambos
mundos lo apoyan quienes lo quieren.
Los médicos que han dietado de manera estricta y con las plantas correctas, pueden
llegar incluso a tener dos esposas Chayconibo.
Ellas desconocen los celos y en ninguna manera rivalizarán con la mujer humana
del médico; al contrario, la apoyarán y cuidarán amorosamente, como si fuese su
hermana (Lo que parece un poco más peligroso, es cuando una muchacha soltera
entre en amores con un varón Chayconi;
en tales casos, el Chayconi sí puede
mostrarse un tanto celoso, no queriendo que la joven tenga un marido humano).
Las mujeres espirituales de un médico lo atenderán con esmero. Las mujeres y
hombres Chayconibo son de gran
belleza. Sus rasgos son finos y no tienen manchas o cicatrices en sus cuerpos.
Esta belleza y perfección es reflejo de su pureza interior. Su piel es muy
blanca, como cuentan de los antiguos shipibos, pues viven en el bosque y los
rayos del sol nunca los quema.
No todas las plantas que las personas dietan permiten acercarse a los Chayconibo. Hay plantas que tienen su
lado bueno, pero más que todo tienen malos conocimientos, para ser brujos (yobe) o mágicos (buman). Esas son las plantas que conocen la mayoría de personas
interesadas en las tradiciones visionarias de la selva amazónica. Y dicen que
son buenas, pero se equivocan, o engañan a los que no saben. Pero hay plantas
secretas y perfumadas que tienen mucha medicina y nos permiten entrar en
contacto con el mundo de los Chayconibo.
Estas son plantas rectas y perfectas. No admiten fallas. Si una persona quiebra
la dieta de esas plantas, se volverá
loco. El médico Onaya que ha dietado
de manera legítima nunca más en su vida podrá comer chancho, ni ciertos
pescados muy grasoso u olorosos, ni lagarto, ni ají. Y su comportamiento, por
siempre, deberá ser el de un hombre generoso, cuyos conocimientos son para
beneficiar a los demás y nunca para perjudicar. Por supuesto que sabrá
defenderse de aquellos que quieren cerrar su mundo medicinal, pero nunca los
atacará. Pues la persona que dieta
esas plantas debe tratar de comportarse como lo hacen los Chayconibo, viviendo de una manera virtuosa y con pensamientos
alegres y serenos.
Un médico así podrá abrir el mundo bueno (jakon nete) y grandioso (ani nete) de la medicina y trabajar con
los Chayconibo, que son médicos de un
alto grado de iniciación, conocidos como Merayas.
Estos mundos se abren con los cantos medicinales (rao bewa), llamados ikaros
por los curanderos mestizos. Los Chayconibo, como ya he dicho, no gustan de las
personas egoístas, ni soberbias. Por eso, muchas veces los propios malos
pensamientos de los pacientes cierran la acción medicinal del ikaro, y llega un momento en que si sus
resistencias a la medicina no ceden, no se puede hacer nada por ellos. Y ahí es
mejor decirle, “sabes que amigo, amiga, no podemos ayudarte, mejor búscate a
otra persona”. Nosotros podemos querer ayudar a un paciente, pero hay veces que
la propia persona no nos permite hacerlo. Si los Chayconibo no quieren ayudar a una persona, ellos no dices: “esta
persona es mala, no la vamos a ayudar”. Entonces, ¿qué podemos hacer nosotros?
El médico no puede hacer nada por su propia voluntad o fuerza, sino que
trabajamos en conjunto con los espíritus Dueños
de la medicina. Para curar a una persona y usar la fuerza de las plantas, hay
que pedirles permiso. Nosotros solo somos instrumentos de la medicina; no
podemos caer en la ilusión de pensar que el poder nos pertenece.
Pero cuando un paciente es humilde, tiene buenos
pensamientos y en verdad quiere sanarse, entonces los Chayconibo abren su mundo medicinal. Y ahí, en nuestras visiones,
los espíritus medicinales aparecen bien alegres, en sus casas, con sus chacras
ordenadas, y vestidos bien arreglados, como de fiesta, recibiendo con
generosidad a los pacientes, atendiéndolos, curándolos. Es muy hermoso de ver,
y nuestro corazón se emociona con tanta belleza. Muchas veces vemos que los
pacientes son pintados con diseños kene.
Y ahí podemos estar seguros de que tenemos la capacidad de ayudar a esa persona
y que la curación tendrá éxito. Y ese mundo es tan hermoso (metsa nete) que hay veces que no nos
provoca volver a nuestro mundo de conflicto, en el que nunca faltan los
problemas. Si nos hemos comportado de forma legítima, como verdaderos humanos (joni kon), tal vez al morir iremos a
vivir con ellos, sin sufrimiento, con alegría. Y desde ahí podremos guiar a
nuestros descendientes para que este conocimiento, herencia de nuestros
antiguos, nunca se pierda. Y gracias a nuestros consejos, nuestros nietos
sabrán vivir con dignidad y sabiendo agradar a nuestro padre Dios (Papa Ibo).
***
The chayconibo:
Owners of the
medicine
In the impenetrable forest, away
from the engines of progress, live the Chayconibo spirits. They are the
rightful Owners (Ibo) of the visionary medicine world (rao nete) of Shipibo
people. They live in a sort of unseen jungle, jungle hidden behind the dense and
obvious forest. We cannot see them with our body’s eyes, although some stories
say that in ancient times, when the Shipibo lived differently, closer to the
earth and plants, and mestizos had not destroyed the peaceful life of our
forests, some special people (that where initiated with certain aromatic and medicinal
plants), could see theme and talk to them while awake. But today we can only
see them with our spiritual eyes, in dreams and visions.
Not everyone can see them. To do so,
we must live correctly. The Chayconibo unknown sin. Those who live badly,
having sex with anyone, speaking badly of others, thinking only of how to take
advantage, are seen by Chayconibo as nasty and filthy people. They will never
approach their world. These medicinal spirits have no money, malice, jealousy,
or discussions. The men and women Chayconibo do not fight. They treated others with
respect and calm. They always remember to visit relatives. And they are very
generous. They do not save something only for them or accumulate, but share all
what they have, knowing that God (Nete Ibo) give them their food. They live
together perfectly. Formerly, when the sky was closer to the earth and humans could
talk with the sun and moon, with plants and spirits, our ancestors used to live
in the Chayconibo way. But we lost this good way of living because of our
disobedience, and now we walk aimlessly, as one that walks through the woods
without being able to orientate and find the trail to return home.
The Chayconibo are those who never
disobeyed the will of the Great Spirit and therefore are still living the good
life that the Inka showed us at the beginning. The Inka are sons of Sun Father
(Pope Bari), and were sent by God to teach the ancient Shipibo how to live
legitimately. The Inka are like the chiefs of the Chayconibo, and will still be
our good ruler if we had not rebelled, for living by our own thought and whim.
The Chaykonibo live according to the law of the land and the sun, which is the law
of the light that comes from God's word. And the Creator teaches the same principles
to the Chayconibo spirits that teaches Christians: that we must love him above
all things and love our neighbor as ourself, without hatred or revenge. The
only difference is that Chayconibo, besides, are experts on medicinal plants of
the rainforest. So we do not understand when Christians criticize our medicinal
plants and customs. Is not there one God who loves men and women of good will
of all nations? And God does not want us to use good plant that He gave us to
alleviate human suffering? The strength of the medicinal plants that we use
from ancient, do not come from the Great Spirit?
The Chayconibo live in the simplicity
of our forefathers. And they lack nothing; the Great Spirit gives them all in
abundance. They are experts in all things of the forest, hunting, fishing and
harvesting. They take care of some birds from the mountain, like the heron, as
if they were chickens. Some people say that jaguars and pumas are their pets,
and defend their world to keep out any intruders. These good spirits live in
remote sites near streams or ponds of clear water. They have plenty sachapapa
and dale-dale, fruits that we, native people from the rainforest, consider a delicacy.
They eat the best fish of the amazon rivers. We never see them eating those
little fishes that now we have to eat, because there are fewer fish left in the
lakes and rivers of our forests. And we are surprised when we see the
Chayconibo in their canoes: they row with such a good technique, that they move
faster than a slider with outboard motor. In this way, they can travel great
distances in few minutes. What is time and space for the spirits? We do not
know if Chayconibo die or are immortal, but we never seen them sick. They have
wrinkled skin; although we see some of them as elders and others as young
people, in a sense they doesn’t seem to feel the passage of time. They are as
timeless beings.
The Chayconibo are our relatives.
They are also Shipibo, but we do not know for how long they do not change their
lifestyle. They speak shipibo language, so we can understand; but their way of speaking
is a little different. They do not speak like us, that mixed shipibo language
with spanish. And they pronounced words
with slight differences. They do not eat sitting at tables; they do it
on the ground. All their pots, plates and vases are made of clay. No use eating
utensils. Do not know what a fork is. They eat with their own hands. They do
not wear shoes, they go barefoot, and do not have underwear. The men are
dressed in their tunics (tari) and all women wear traditional skirts (chitonti)
and blouse (coton); they are not like the young girls in our communities, who
say the traditional blouse gives hot, and love dressing up as mestizo girls,
wearing makeup.
We live very pressured by the modern
world and the growth of the mestizo society. We have many mixtures that have
changed our way of thinking and feeling. In our genetic is mixed psiquibos
nation with shibipos, the conibos with the shetebos, with cacataibos, with remo
nation, with the iskonahua, the lamistas, the cocamas and the mestizos, and
even with some white peolple. We remain shipibos, we keep our language and kene
designs, but we are different than our elders, and things will never be as
before. I’m not saying it's wrong to be so, just that we live in a different
way. And when the Chayconibo come to see us (because they always visit us and
remember us), they are surprised at how we have changed and they do not
understand us well. For us it is very important to connect with them, to not
forget our roots. Because they, in dreams and visions, give us advice to live
righteously and teach us their medicine knowledge; they transmit us their
strength, which is the ancestral strength that our ancients knew. Thanks to
Chayconibo our grandparents were people of great wisdom (ani shinanya) and
powerful thoughts (koshi shina).
Not all people that called themselves
healers (Onaya) can get to work with the Chayconibo and learn from them. To do
this, first, we must start in the medicine path following the old way, as our
ancestors did, doing diets with rigour: no salt, no sugar, no oil, no soap, not
sex. The medicine world opens its doors slowly; we must diet for years,
enduring suffering patiently, until we came to see the Chayconibo and learn
with them. Then, when the person have a high degree of initiation, will begin
to see the Chayconibo in dreams and visions. He will be able to see that the
Chayconibo have their tree houses, and will go there to learn from them about
the medicinal plants and the spiritual worlds. Now, when a person goes deeper
in the diet and the Cahyconibo see that he is a good person, with righteous
thoughts, and wants to learn for the good reasons, and has been purified and has
arranged his life, then a Chayconi delivered him his daughter in marriage. Then
that Chayconi becomes his teacher, he transmits his strength and knowledge;
Chayconi wife attends the medicine-man in its meetings, to cure patients. Then,
as the traditional doctor is part of a human community, he is also part of the Chayconibo
community. The doctor lives between two worlds, and in both he have
responsibilities.
Healers who have dieted strictly and
with the right plants, may even have two Chayconibo wives. Chayconi woman do
not know jealousy and in no way will rival the healer's human wife; on the
contrary, they will support her and take care of her, as sisters do so (What is
a little more dangerous, is when an unmarried girl gets into an affair with a
male Chayconi; in such cases, the Chayconi itself may appear a bit jealous, not
wanting the young girl get a husband). Spiritual women attend carefully their
human husband. Women and men Chayconibo are beautiful. Their features are fine
and have no blemishes or scars on their bodies. This beauty and perfection is a
reflection of their inner purity. Their skin is very white, like ancient shipibo
use to have, because they live in the forest and the sun never burns their
bodies.
Not all plants that healers use for
learning allow people to approach Chayconibo spirits. Some plants have their
good side, but mostly have bad knowledge, for beings witches (yobe) or magicians
(Buman). These are the plants that the majority of people know. And they say
that are good plants for medicine, but they are wrong, or mislead the
uninitiated. But there are secret and scented plants that have a lot of
medicine in them and allow us to get in touch with the world of the Chayconibo.
These are straight and perfect plants. Not admit fault. If a person breaks the
diet of these plants, will turn crazy. The healer who has dieted in a
legitimate way, will never in his life be able to eat pork, or certain very
greasy or smelly fish or lizard, or chili. And he will always be a generous
man, whose knowledge is to benefit others and never to harm. The person who
diet these plants should try to behave as the Chayconibo, living virtuously,
with happy thoughts and serene.
A medicine-man well trained, will be
able to open the good and grandiose medicine world, and work with the Chayconibo,
that are healers of a highly initiation, known as merayas. These worlds are opened
with medicinal songs (rao bewa), called ikaros by mestizo healers. The
Chayconibo, as I said, do not like selfish or arrogant people. So often the own
evil thoughts of a patients could close the medical action of the chants; and
there comes a time that, if the patients resistance to medicine do not give up,
the healer cannot do anything for him. And in those cases is better to say,
"You know my friend, I can’t help you, it will be better to get yourself
another healer". We may want to help a patient, but sometimes the person
himself does not allow us to do so. If the Chayconibo don’t want to help
someone, they say us, "this person is bad, we are not going to help him”.
So what can we do? The healler cannot do anything on his own will or strength;
we work together with the spirits Owners of medicine. To cure a person and
using the power of plants, we have to ask them permission. We are only
instruments of the medicine; we not possess the power.
But when a patient is humble, has
good thoughts and really want to get heal, then the Chayconibo open their
medicinal world. And then, in our visions, the good spirits appear in their
houses with their neat fields, well groomed and dressed, receiving generously
our patients, treating them, healing them. It is very beautiful to see that and
our heart is touched by so much beauty. We often see that patients are painted
with designs kene. And then we can be sure that we have the ability to help
that person and that healing will succeed. And this Chayconibo´s world is so
beautiful (metsa nete) that sometimes we do not want to return to our world of
conflict, in which there are always problems. If we have behaved lawfully, as
real humans, perhaps when we die we will go to live with them, without suffering,
in joy. And from that world we will lead our descendants and teach them this
knowledge of our ancient heritage, so is never lost. And thanks to our advice,
our grandchildren will know to live with dignity and knowing how to please our
Father Creator (Papa Ibo).
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