miércoles, 12 de noviembre de 2014


Ensayo sobre los Chayconibo,

Dueños espirituales de la medicina shipiba/

Essay about the Chayconibo,

spiritual owners of the shipibo medicine

 

 

by

Inin Niwe

&

Chonon Bensho

 

The English version

follow the Spanish text

 

 

 

Los chayconibo:

Dueños de la medicina

 

 

 

                En los lugares impenetrables del bosque, alejados de los motores del progreso, viven los espíritus Chayconibo. Ellos son los legítimos Dueños (ibo) del mundo de la medicina visionaria (rao nete) del pueblo shipibo. Viven en una suerte de selva invisible, en una selva sutil escondida detrás de la selva densa y evidente. No podemos verlos con los ojos de nuestro cuerpo, aunque algunas historias cuentan que en la antigüedad, cuando los shipibos vivíamos diferente, más cercanos a la tierra y las plantas, y los mestizos no habían destruido la vida tranquila de nuestro bosques, algunas personas especiales, que dietaban ciertas plantas perfumadas y medicinales, lograban verlos y conversar con ellos estando despiertos. Pero hoy solo podemos conocerlos con los ojos del espíritu, en sueños y visiones.

                No cualquiera puede verlos. Para hacerlo, hay que vivir de manera correcta. Los Chayconibo desconocen el pecado. Quienes viven mal, teniendo relaciones sexuales con cualquiera, hablando mal de los demás, pensando solo en como sacar provecho para sí mismo de manera egoísta, son vistos por los Chayconibo como personas desagradables e inmundas. Nunca los dejarían acercarse a su mundo, ni profanarlo con su perversión. Estos espíritus medicinales no conocen el dinero, la maldad, los celos, ni las discusiones. El hombre y la mujer no pelean, ni los suegros con los yernos, ni los padres con los hijos. Todos se tratan con respeto y calma. Siempre se acuerdan de visitar a sus parientes. Y son muy generosos. No saben guardar algo solo para ellos o acumular, sino que todo lo comparten, sabiendo que Dios (Nete Ibo) les dará su alimento. Viven entre sí de manera perfecta. Así también vivíamos los humanos antiguamente, cuando el cielo estaba más cerca de la tierra y podíamos conversar con el sol y la luna, con las plantas y los espíritus. Pero perdimos esa dicha por nuestra desobediencia y ahora andamos perdidos, sin rumbo, como quien camina por el bosque sin poder orientarse y no encuentra la trocha para regresar a casa.

                Los Chayconibo son aquellos que nunca desobedecieron la voluntad del Gran Espíritu y por eso siguen viviendo la vida correcta que el Inka bueno (Jakon Inka) nos enseñó al principio. De los Inkas ya hablaré más adelante, pero por el momento es importante saber que los Inka son hijos del padre Sol (Papa Bari), y fueron enviados por Dios para enseñar a los antiguos shipibos como vivir de forma legítima. El Inka es como el jefe de los Chayconibo, y sería nuestro jefe si no lo hubiéramos desobedecido y tratado como a cualquiera, para vivir según nuestro propio pensamiento y capricho. Los Chaykonibo viven acoplados a la ley de la tierra y de sol, que es la ley luminosa de la palabra de Dios. Y Dios enseña lo mismo a los Chayconibo que enseña a los cristianos: que hay que amarlo por sobre todas las cosas, y amar al prójimo como a uno mismo, sin odios ni deseos de venganza. La única diferencia es que los Chayconibo, además de eso, son expertos conocedores de las plantas medicinales del bosque. Por eso nosotros no entendemos cuando los cristianos critican a las plantas y a nuestras costumbres medicinales. ¿Acaso no hay un solo Dios que ama a los hombres y mujeres de buena voluntad de todas las naciones? ¿Y no quiere Dios que usemos de las buenas plantas que Él nos dio para aliviar el sufrimiento humano? La fuerza de las plantas medicinales que nosotros utilizamos desde antiguos, ¿no viene del Espíritu?

                Los Chayconibo viven en la simpleza de nuestros antepasados. Y por eso de nada carecen, sino que Dios les da todo en abundancia. Son expertos en todas las cosas de la selva, cazando, pescando y cosechando. Ellos cuidan de algunas aves del monte, como la garza, como si fuesen sus gallinas. Y también hay quienes dicen que los jaguares y pumas son sus mascotas, y defienden su mundo para que no entre ningún intruso. Estos espíritus buenos viven en sitios alejados cerca a quebradas o lagunas de agua cristalina. Tienen abundante sachapapa y dale-dale, frutos que nosotros los indígenas amazónicos consideramos un manjar. Y no les faltan los pescados finos, como el paiche y la doncella. Nunca los vemos comiendo esos pescaditos que ahora nosotros tenemos que comer, porque cada vez hay menos peces en los lagos y los ríos de nuestra selva. Y nos sorprende mucho cuando los vemos remando en sus canoas: lo hacen con tanta técnica y agilidad, que avanzan más rápido que un deslizador con motor fuera de borda. Es así como por los ríos y lagunas pueden viajar en pocos minutos grandes distancias. ¿Qué es el tiempo y el espacio para los espíritus? Nosotros no sabemos si los Chayconibo mueren o son inmortales, pero nunca los hemos visto enfermos o velando a uno de ellos. Ellos no tienen arrugas en la piel; aunque a algunos los vemos como ancianos y a otros como jóvenes, en cierto sentido no parecen sentir el paso del tiempo. Son como seres atemporales.

                Los Chayconibo son nuestros parientes. Ellos también son shipibos, pero no sabemos hace cuánto que no cambian su modo de vida. Hablan en shipibo, por lo que podemos entenderlos; pero su manera de hablar es un poco distinta. No hacen como nosotros, que hablamos mezclado con castellano. Y sus palabras las pronuncian con ligeras diferencias. Tampoco comen sentados en mesas, sino que lo hacen en el suelo. Todas sus ollas, platos y vasijas son de barro. No utilizan cubiertos para comer. No conocen lo que es el tenedor. Sino que con sus mismas manos comen. Tampoco usan zapatos, sino que andan descalzos, ni tienen ropa interior. Los hombres se visten con sus cushmas (tari) y todas las mujeres se visten con falda (chitonti) y blusa (coton) tradicionales, incluso las más pequeñas; no son como las muchachas jóvenes de nuestras comunidades, que dicen que la blusa tradicional les da mucho calor y no se acostumbran, y les encanta vestirse como mestizas y usar maquillaje.

Nosotros vivimos muy presionados por el mundo moderno y el crecimiento de la sociedad mestiza. Tenemos muchas mezclas, que han cambiado nuestro modo de pensar y de sentir. Vivimos ya mezclados en una misma sangre los psiquibos, con los shibipos, los conibos, los shetebos, los cacataibos, los remo, los iskonahua, los lamistas, los cocamas y los mestizos propiamente, y hasta con los serranos y algunos blancos (wiracochas y kirinkos). Seguimos siendo shipibos, con nuestra lengua y los diseños kene, pero ya somos diferentes también, y nunca volveremos a ser como los de antes. No digo que esté mal ser así, solo que vivimos de una manera distinta. Y los Chayconibo, cuando vienen a vernos (pues siempre nos visitan y se acuerdan de nosotros, aunque no se mezclan con cualquiera) se sorprenden de cómo hemos cambiado y no nos entienden bien. Pero para nosotros es muy importante conectarnos con ellos, para no olvidarnos de nuestras raíces. Y porque ellos, en sueños y visiones, nos dan buenos consejos para vivir con rectitud y nos enseñan su medicina; nos transmiten su fuerza, que es la fuerza ancestral que nuestros antiguos conocían. Gracias a los Chayconibo nuestros abuelos eran personas de mucha sabiduría (ani shinanya) y pensamientos poderosos (koshi shina).

No todos los que se dicen médicos o maestros (onaya) pueden llegar a trabajar con los Chayconibo y aprender con ellos. Para hacerlo, primero, hay que iniciarse en la medicina de la manera antigua, dietando como hacían nuestros ancestros: sin sal, sin azúcar, sin aceite, sin jabón, sin sexo. No se trata de dietar unos cuántos meses, porque la medicina se demora en abrirse; hay que dietar años, soportando los sufrimientos, con paciencia, hasta que llegamos a verlos y aprender con ellos. Entonces, cuando la persona ya va avanzando en su aprendizaje y tiene un alto grado de iniciación, empieza a ver a los Chayconibo en sueños y en visiones. Y puede ver que ellos tienen sus casas en los árboles, y allí se va para aprender con ellos de las plantas medicinales y de los mundos espirituales de la selva. Ya cuando una persona avanza un poco más en la dieta y los Chayconibo ven que es buena gente, con pensamientos rectos, y que quiere aprender por las buenas razones, y ya se ha purificado y arreglado su vida, entonces un Chayconi le entrega a su hija por esposa. Entonces, ese Chayconi se convierte en su suegro y maestro, le trasmite su fuerza y su conocimiento; la esposa Chayconi asiste al médico humano en sus sesiones, para poder curar a los pacientes. Entonces, así como el médico es parte de una comunidad humana, también es parte de la comunidad de los Chayconibo. El médico vive entre ambos mundos, y en los dos tiene responsabilidades. Pero también de ambos mundos lo apoyan quienes lo quieren.

Los médicos que han dietado de manera estricta y con las plantas correctas, pueden llegar incluso a tener dos esposas Chayconibo. Ellas desconocen los celos y en ninguna manera rivalizarán con la mujer humana del médico; al contrario, la apoyarán y cuidarán amorosamente, como si fuese su hermana (Lo que parece un poco más peligroso, es cuando una muchacha soltera entre en amores con un varón Chayconi; en tales casos, el Chayconi sí puede mostrarse un tanto celoso, no queriendo que la joven tenga un marido humano). Las mujeres espirituales de un médico lo atenderán con esmero. Las mujeres y hombres Chayconibo son de gran belleza. Sus rasgos son finos y no tienen manchas o cicatrices en sus cuerpos. Esta belleza y perfección es reflejo de su pureza interior. Su piel es muy blanca, como cuentan de los antiguos shipibos, pues viven en el bosque y los rayos del sol nunca los quema.  

No todas las plantas que las personas dietan permiten acercarse a los Chayconibo. Hay plantas que tienen su lado bueno, pero más que todo tienen malos conocimientos, para ser brujos (yobe) o mágicos (buman). Esas son las plantas que conocen la mayoría de personas interesadas en las tradiciones visionarias de la selva amazónica. Y dicen que son buenas, pero se equivocan, o engañan a los que no saben. Pero hay plantas secretas y perfumadas que tienen mucha medicina y nos permiten entrar en contacto con el mundo de los Chayconibo. Estas son plantas rectas y perfectas. No admiten fallas. Si una persona quiebra la dieta de esas plantas, se volverá loco. El médico Onaya que ha dietado de manera legítima nunca más en su vida podrá comer chancho, ni ciertos pescados muy grasoso u olorosos, ni lagarto, ni ají. Y su comportamiento, por siempre, deberá ser el de un hombre generoso, cuyos conocimientos son para beneficiar a los demás y nunca para perjudicar. Por supuesto que sabrá defenderse de aquellos que quieren cerrar su mundo medicinal, pero nunca los atacará. Pues la persona que dieta esas plantas debe tratar de comportarse como lo hacen los Chayconibo, viviendo de una manera virtuosa y con pensamientos alegres y serenos.

Un médico así podrá abrir el mundo bueno (jakon nete) y grandioso (ani nete) de la medicina y trabajar con los Chayconibo, que son médicos de un alto grado de iniciación, conocidos como Merayas. Estos mundos se abren con los cantos medicinales (rao bewa), llamados ikaros por los curanderos mestizos. Los Chayconibo, como ya he dicho, no gustan de las personas egoístas, ni soberbias. Por eso, muchas veces los propios malos pensamientos de los pacientes cierran la acción medicinal del ikaro, y llega un momento en que si sus resistencias a la medicina no ceden, no se puede hacer nada por ellos. Y ahí es mejor decirle, “sabes que amigo, amiga, no podemos ayudarte, mejor búscate a otra persona”. Nosotros podemos querer ayudar a un paciente, pero hay veces que la propia persona no nos permite hacerlo. Si los Chayconibo no quieren ayudar a una persona, ellos no dices: “esta persona es mala, no la vamos a ayudar”. Entonces, ¿qué podemos hacer nosotros? El médico no puede hacer nada por su propia voluntad o fuerza, sino que trabajamos en conjunto con los espíritus Dueños de la medicina. Para curar a una persona y usar la fuerza de las plantas, hay que pedirles permiso. Nosotros solo somos instrumentos de la medicina; no podemos caer en la ilusión de pensar que el poder nos pertenece.

Pero cuando un paciente es humilde, tiene buenos pensamientos y en verdad quiere sanarse, entonces los Chayconibo abren su mundo medicinal. Y ahí, en nuestras visiones, los espíritus medicinales aparecen bien alegres, en sus casas, con sus chacras ordenadas, y vestidos bien arreglados, como de fiesta, recibiendo con generosidad a los pacientes, atendiéndolos, curándolos. Es muy hermoso de ver, y nuestro corazón se emociona con tanta belleza. Muchas veces vemos que los pacientes son pintados con diseños kene. Y ahí podemos estar seguros de que tenemos la capacidad de ayudar a esa persona y que la curación tendrá éxito. Y ese mundo es tan hermoso (metsa nete) que hay veces que no nos provoca volver a nuestro mundo de conflicto, en el que nunca faltan los problemas. Si nos hemos comportado de forma legítima, como verdaderos humanos (joni kon), tal vez al morir iremos a vivir con ellos, sin sufrimiento, con alegría. Y desde ahí podremos guiar a nuestros descendientes para que este conocimiento, herencia de nuestros antiguos, nunca se pierda. Y gracias a nuestros consejos, nuestros nietos sabrán vivir con dignidad y sabiendo agradar a nuestro padre Dios (Papa Ibo).  

 

 

***

 

 

The chayconibo:

Owners of the medicine

 

 

 

In the impenetrable forest, away from the engines of progress, live the Chayconibo spirits. They are the rightful Owners (Ibo) of the visionary medicine world (rao nete) of Shipibo people. They live in a sort of unseen jungle, jungle hidden behind the dense and obvious forest. We cannot see them with our body’s eyes, although some stories say that in ancient times, when the Shipibo lived differently, closer to the earth and plants, and mestizos had not destroyed the peaceful life of our forests, some special people (that where initiated with certain aromatic and medicinal plants), could see theme and talk to them while awake. But today we can only see them with our spiritual eyes, in dreams and visions.

Not everyone can see them. To do so, we must live correctly. The Chayconibo unknown sin. Those who live badly, having sex with anyone, speaking badly of others, thinking only of how to take advantage, are seen by Chayconibo as nasty and filthy people. They will never approach their world. These medicinal spirits have no money, malice, jealousy, or discussions. The men and women Chayconibo do not fight. They treated others with respect and calm. They always remember to visit relatives. And they are very generous. They do not save something only for them or accumulate, but share all what they have, knowing that God (Nete Ibo) give them their food. They live together perfectly. Formerly, when the sky was closer to the earth and humans could talk with the sun and moon, with plants and spirits, our ancestors used to live in the Chayconibo way. But we lost this good way of living because of our disobedience, and now we walk aimlessly, as one that walks through the woods without being able to orientate and find the trail to return home.

The Chayconibo are those who never disobeyed the will of the Great Spirit and therefore are still living the good life that the Inka showed us at the beginning. The Inka are sons of Sun Father (Pope Bari), and were sent by God to teach the ancient Shipibo how to live legitimately. The Inka are like the chiefs of the Chayconibo, and will still be our good ruler if we had not rebelled, for living by our own thought and whim. The Chaykonibo live according to the law of the land and the sun, which is the law of the light that comes from God's word. And the Creator teaches the same principles to the Chayconibo spirits that teaches Christians: that we must love him above all things and love our neighbor as ourself, without hatred or revenge. The only difference is that Chayconibo, besides, are experts on medicinal plants of the rainforest. So we do not understand when Christians criticize our medicinal plants and customs. Is not there one God who loves men and women of good will of all nations? And God does not want us to use good plant that He gave us to alleviate human suffering? The strength of the medicinal plants that we use from ancient, do not come from the Great Spirit?

The Chayconibo live in the simplicity of our forefathers. And they lack nothing; the Great Spirit gives them all in abundance. They are experts in all things of the forest, hunting, fishing and harvesting. They take care of some birds from the mountain, like the heron, as if they were chickens. Some people say that jaguars and pumas are their pets, and defend their world to keep out any intruders. These good spirits live in remote sites near streams or ponds of clear water. They have plenty sachapapa and dale-dale, fruits that we, native people from the rainforest, consider a delicacy. They eat the best fish of the amazon rivers. We never see them eating those little fishes that now we have to eat, because there are fewer fish left in the lakes and rivers of our forests. And we are surprised when we see the Chayconibo in their canoes: they row with such a good technique, that they move faster than a slider with outboard motor. In this way, they can travel great distances in few minutes. What is time and space for the spirits? We do not know if Chayconibo die or are immortal, but we never seen them sick. They have wrinkled skin; although we see some of them as elders and others as young people, in a sense they doesn’t seem to feel the passage of time. They are as timeless beings.

The Chayconibo are our relatives. They are also Shipibo, but we do not know for how long they do not change their lifestyle. They speak shipibo language, so we can understand; but their way of speaking is a little different. They do not speak like us, that mixed shipibo language with spanish. And they pronounced words  with slight differences. They do not eat sitting at tables; they do it on the ground. All their pots, plates and vases are made of clay. No use eating utensils. Do not know what a fork is. They eat with their own hands. They do not wear shoes, they go barefoot, and do not have underwear. The men are dressed in their tunics (tari) and all women wear traditional skirts (chitonti) and blouse (coton); they are not like the young girls in our communities, who say the traditional blouse gives hot, and love dressing up as mestizo girls, wearing makeup.

We live very pressured by the modern world and the growth of the mestizo society. We have many mixtures that have changed our way of thinking and feeling. In our genetic is mixed psiquibos nation with shibipos, the conibos with the shetebos, with cacataibos, with remo nation, with the iskonahua, the lamistas, the cocamas and the mestizos, and even with some white peolple. We remain shipibos, we keep our language and kene designs, but we are different than our elders, and things will never be as before. I’m not saying it's wrong to be so, just that we live in a different way. And when the Chayconibo come to see us (because they always visit us and remember us), they are surprised at how we have changed and they do not understand us well. For us it is very important to connect with them, to not forget our roots. Because they, in dreams and visions, give us advice to live righteously and teach us their medicine knowledge; they transmit us their strength, which is the ancestral strength that our ancients knew. Thanks to Chayconibo our grandparents were people of great wisdom (ani shinanya) and powerful thoughts (koshi shina).

Not all people that called themselves healers (Onaya) can get to work with the Chayconibo and learn from them. To do this, first, we must start in the medicine path following the old way, as our ancestors did, doing diets with rigour: no salt, no sugar, no oil, no soap, not sex. The medicine world opens its doors slowly; we must diet for years, enduring suffering patiently, until we came to see the Chayconibo and learn with them. Then, when the person have a high degree of initiation, will begin to see the Chayconibo in dreams and visions. He will be able to see that the Chayconibo have their tree houses, and will go there to learn from them about the medicinal plants and the spiritual worlds. Now, when a person goes deeper in the diet and the Cahyconibo see that he is a good person, with righteous thoughts, and wants to learn for the good reasons, and has been purified and has arranged his life, then a Chayconi delivered him his daughter in marriage. Then that Chayconi becomes his teacher, he transmits his strength and knowledge; Chayconi wife attends the medicine-man in its meetings, to cure patients. Then, as the traditional doctor is part of a human community, he is also part of the Chayconibo community. The doctor lives between two worlds, and in both he have responsibilities.  

Healers who have dieted strictly and with the right plants, may even have two Chayconibo wives. Chayconi woman do not know jealousy and in no way will rival the healer's human wife; on the contrary, they will support her and take care of her, as sisters do so (What is a little more dangerous, is when an unmarried girl gets into an affair with a male Chayconi; in such cases, the Chayconi itself may appear a bit jealous, not wanting the young girl get a husband). Spiritual women attend carefully their human husband. Women and men Chayconibo are beautiful. Their features are fine and have no blemishes or scars on their bodies. This beauty and perfection is a reflection of their inner purity. Their skin is very white, like ancient shipibo use to have, because they live in the forest and the sun never burns their bodies.

Not all plants that healers use for learning allow people to approach Chayconibo spirits. Some plants have their good side, but mostly have bad knowledge, for beings witches (yobe) or magicians (Buman). These are the plants that the majority of people know. And they say that are good plants for medicine, but they are wrong, or mislead the uninitiated. But there are secret and scented plants that have a lot of medicine in them and allow us to get in touch with the world of the Chayconibo. These are straight and perfect plants. Not admit fault. If a person breaks the diet of these plants, will turn crazy. The healer who has dieted in a legitimate way, will never in his life be able to eat pork, or certain very greasy or smelly fish or lizard, or chili. And he will always be a generous man, whose knowledge is to benefit others and never to harm. The person who diet these plants should try to behave as the Chayconibo, living virtuously, with happy thoughts and serene.

A medicine-man well trained, will be able to open the good and grandiose medicine world, and work with the Chayconibo, that are healers of a highly initiation, known as merayas. These worlds are opened with medicinal songs (rao bewa), called ikaros by mestizo healers. The Chayconibo, as I said, do not like selfish or arrogant people. So often the own evil thoughts of a patients could close the medical action of the chants; and there comes a time that, if the patients resistance to medicine do not give up, the healer cannot do anything for him. And in those cases is better to say, "You know my friend, I can’t help you, it will be better to get yourself another healer". We may want to help a patient, but sometimes the person himself does not allow us to do so. If the Chayconibo don’t want to help someone, they say us, "this person is bad, we are not going to help him”. So what can we do? The healler cannot do anything on his own will or strength; we work together with the spirits Owners of medicine. To cure a person and using the power of plants, we have to ask them permission. We are only instruments of the medicine; we not possess the power.

But when a patient is humble, has good thoughts and really want to get heal, then the Chayconibo open their medicinal world. And then, in our visions, the good spirits appear in their houses with their neat fields, well groomed and dressed, receiving generously our patients, treating them, healing them. It is very beautiful to see that and our heart is touched by so much beauty. We often see that patients are painted with designs kene. And then we can be sure that we have the ability to help that person and that healing will succeed. And this Chayconibo´s world is so beautiful (metsa nete) that sometimes we do not want to return to our world of conflict, in which there are always problems. If we have behaved lawfully, as real humans, perhaps when we die we will go to live with them, without suffering, in joy. And from that world we will lead our descendants and teach them this knowledge of our ancient heritage, so is never lost. And thanks to our advice, our grandchildren will know to live with dignity and knowing how to please our Father Creator (Papa Ibo).

 

 

 

 

 

 

 

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