Pinon bewá:
canto del
picaflor
“Ea shama
ikashki
neska neska shamani”
(Canto shipibo).
Junto al lago insondable
que alzaba los pensamientos
de los hombres que volaron
para alcanzar las estrellas
hago sonar la quena antigua
sobre la rama más alta
de un árbol aéreo y oloroso
que se enraíza al silencio.
Me visto con la cushma
azul y dorada del colibrí;
mi vuelo se levanta ligero
para beber del néctar
del indestructible polen.
Por las corrientes invisibles
de los ríos celestes
asciendo al esférico jardín
de las flores giratorias.
Bajo el sol de medianoche
que alumbra los sueños
el resplandor se hace aroma
en una planta voladora.
Y de los arroyos claros
que riegan la huerta elevada
brotan cantos y perfumes
que alegres se derraman
sobre los corazones livianos.
Desde esa geografía visionaria
que alcanza el alma pura
me guía en mi regreso
un hilo de amor sincero.
Traigo el verbo que da vida,
que limpia las tristezas,
que purifica la retina
haciendo vibrar a las células.
Y esa voz que se expande
desde lo alto a la tierra
es una cascada saludable
que renueva la existencia
haciéndola radiante y fresca.
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