Raro bewa:
canto alegre
“Nokon Bari
Papa
Noa nete
menia.
Noa raro
shama
Non
papashokobo betan”
(Canto
Shipibo)
Nuestro Padre Sol
nos brinda la luz del día
y un sol oculto en el silencio
ilumina nuestros sueños.
Siguiendo ese resplandor
que emana en la noche
volvemos al mundo nuevo
del tiempo sin cansancio.
Y junto a nuestros abuelos
sin preocupaciones navegamos
en una canoa decorada
con diseños geométricos
por un río ancho y sereno
que junta nuestros afectos.
Y sin hacer esfuerzo
cantando nos desplazamos
hasta alcanzar el bosque
donde viven los ancestros
en el inicio de las quebradas,
en los lagos cristalinos,
en la espesura húmeda
que persiste intacta.
¿De qué fuente emana
la sabiduría verde de las plantas
que por caminos extraños
aligera nuestras almas
para contemplar esos montes
con pupilas depuradas?
Es Dios quien ha soplado
su aliento en los vegetales
y a través de ellos viene,
desde el origen del afecto,
el reposo perfecto del silencio
hasta el corazón sereno,
y los cantos perfumados
que descienden del cielo
en las noches afortunadas
de fecundos encuentros.
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